Práctica Integral y Filosofía

Propuesta

Esta propuesta de Práctica Integral y Filosofía es para todas aquellas personas que se les queda corta una práctica regular de apenas una hora. Para todos aquellos que quieren conocer un Yoga con pies y cabeza donde la práctica y la filosofía vayan de la mano. El Yoga es una práctica, como todos sabemos, milenaria y es a la vez un método psicosomático pero también un vuelo místico y una ética fuerte delante de la rueda imparable de la vida. Es necesario un sistema bien ordenado, con un ritmo in crescendo que empieza desde la más cercano, el cuerpo, hasta lo más sutil, nuestra naturaleza esencial.

Horario:17 a 20 h. Día por determinar
Sesión:Zoom, online. Grabación incluida. Material teórico.
Aportación:4 clases mensuales x 3 meses = 90 € trimestral
Información:+34 650 221 551 / info@julianperagon.com

Práctica Integral y Filosofía

Práctica Integral y Filosofía. Todos sabemos de la importancia de la práctica para mantener nuestra salud, nuestra estabilidad mental y nuestra conexión sutil con la existencia. Es necesaria como pilar de centramiento y palanca de creatividad. Para enfocar y orientar nuestra vida. Nos lo recuerda permanentemente la tradición y lo sugiere el músico, sin cuya disciplina musical, su música sonaría hueca, apenas sin vida, con poco entusiasmo.
La práctica, como bien intuimos, no es solo subirse a la esterilla y sentarse en el cojín, requiere de una intensidad y de un hacer complejo y, a la vez, refinado. Una práctica, para que tenga éxito, requiere voluntad e entusiasmo, y necesita que sea regular y constante, sin interrupciones, inteligente y adaptada, supervisada y completa.
Precisamente este es un tema crucial porque a veces practicamos mucho cuerpo, mucha mente o mucho espíritu y muy poco de lo demás. Es decir, nos focalizamos en una práctica corporal, o meditativa, o filosófica pero no las unimos, bien porque hacemos lo que nos gusta o nos es más fácil, evitando la incomodidad de otras formas que apuntan a lo mismo.
La práctica se tiene que adaptar, como es evidente, a nuestras necesidades y expectativas pero es necesario que sea lo más amplia e integral posible, por la sencillas razón que somos, querámoslo o no, cuerpo, mente y espíritu. Un todo integrado, inseparable.
Nuestra propuesta es de hacer una práctica integral y nutrirla con la profundidad de la filosofía. Darle todo el tiempo que ésta necesita para que sea un estímulo semanal para luego integrarla en nuestra disciplina diaria con el filtro de la adaptación que necesitemos, en tiempo e intensidad.

 

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Práctica. Ya hemos sugerido que la práctica tiene que ser integral, sin dejar aparte ninguna dimensión del ser. Hacer lo que hace la vida orgánica que no distribuye la sangre o el alimento a un brazo si, o a una pierna no. Pues lo distribuye por igual. Somos un calidoscopio de vida y tenemos un cuerpo orgánico y otro energético, un mundo emocional y afectivo, una mente y un alma. Somos todo eso y requiere un abordaje adecuado a cada uno de ellas. 

Nuestra práctica empieza con una escucha para sentir cómo estamos en este preciso momento. Esa escucha hará de timón para orientar la práctica y darle la intensidad adecuada. Luego tenemos que preparar la intensidad que queremos darle. Haremos un calentamiento articular, muscular, circulatorio o respiratorio según venga al caso. Y ya la práctica con âsana se irá desarrollando preparando y compensando las posturas más exigentes. Luego vamos a una relajación para soltar las tensiones residuales pero también para fomentar una actitud más duradera de gestión de la presión de la vida que nos llevan lamentablemente a un estrés dañino.

A continuación la práctica de una respiración creativa a través de diferentes técnicas y de la base del prânâyâma nos dejará al borde de una meditación que entrará como un guante hacia un silencio reparador, una introspección que le dará brillo a nuestra forma de vivir.

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Meditación. Yoga y Meditación son las dos caras de una misma moneda. Diríamos más: la meditación es el corazón del Yoga, porque todo lo anterior nos predispone a una contemplación ya sin las tensiones de un cuerpo y sin las dispersiones de una mente agitada. Cuando meditamos después de desbloquear el cuerpo y la respiración con âsana, y después de apaciguar el mundo emocional y la tensión mental a través de la práctica de prânâyâma, la mente se abre como una flor, apta para la contemplación de lo esencial. Y podemos, con ello, entrar en una especie de flujo, un fluir en un presente cuya profundidad no tiene fondo.

Meditar es simplemente dejarse ser, sin adelantarse a la vida pero tampoco sin frenarla. Desde una aceptación mayor de lo que la vida nos trae y aprovechándolo como oportunidad de autodescubrimiento. Al final la vida es y no sirve de nada ponerle un burdo calificativo.

 

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Filosofía. En la tradición, la práctica del Yoga y la Meditación nunca iban solas de la mano, les acompañaba una visión. Y esa visión, entonces sugerida por las enseñanzas de los maestros, servía como punto de apoyo de una reflexión. Podríamos decir que no es suficiente con vivir, o con practicar, hay que saber adonde apunta esa experiencia. Hay que darle sentido a lo vivido para no deambular con los espejismos que nos rodean. Apoyados por las enseñanzas, por los libros sagrados, hoy en día, por nuestros guías y textos en profundidad hacemos lo que es importante hacer: discernir lo anecdótico de lo esencial. Para eso sirve la filosofía para desnudar la realidad y no perder de vista eso esencial que está en nuestro interior y que se refleja fuera.

Nos basaremos en los Yogasûtras de Patañjali, en la Bhagavad Gîtâ, las Upanishad, textos de maestros a lo largo de la historia redefiniendo conceptos claves y adecuando un lenguaje antiguo, a veces críptico, en un lenguaje actual, ameno con mucha simbología.