Este es un mantra de bendición, uno de los deseos más nobles que puede albergar el corazón humano, que todos los seres, en todos los mundos, sean felices. A menudo infravaloramos el poder de la oración y, sin embargo, la oración sincera que promueve el bienestar, la felicidad y la libertad de todos los seres deja su impronta en la existencia que está entretejida sin ninguna fisura.
Como los seres y los enseres viajamos todos juntos en el mismo tren del tiempo, creemos en la fijeza de las cosas y nos movemos ingenuamente en un mapa mental consensuado donde todo está esperándonos en una quietud de estatua aburrida. Pero en realidad, nada ni nadie permanece ni un segundo quieto, ni la piedra que tenemos delante, ni las estrellas lejanas, mal llamadas estrellas fijas.
Al igual que el agua que se evapora desde el océano y forma nubes que descargan sobre las cumbres. Una lluvia que se filtra entre las rocas para después surgir como manantial de aguas cristalinas, así también todos provenimos de algún océano primigenio, fuente del espíritu.
Si no hubiera silencio, las palabras rebotarían unas sobre otras produciendo una cacofonía. Sin el silencio mental nuestra lengua nos volvería locos. El silencio es necesario para nuestro equilibro interno pero no basta con cerrar la boca, hay que apagar también el mecanismo defensivo de los juicios acerca de cómo son o cómo deberían ser las cosas y las personas.
Si pudiéramos ver nuestro planeta como lo hace un astronauta probablemente tendríamos una experiencia mística. Observar la Tierra seguir silenciosamente la estela del Sol como un punto infinitesimal en medio de la galaxia nos puede erizar la piel al comprender que toda la vida que conocemos está contenida en la delgada capa de nuestra biosfera.
Si algo podemos decir del Ser en relación con el Absoluto es simplemente señalarlo e intuir que somos Ser, Consciencia y Beatitud.
Esta meditación combina tres gravedades, de pie, sentada y tumbada, de tal manera que una prepara la siguiente y al final hay una buena compensación para integrar lo que se ha ido desplegando.
Uno de los yantras más importantes, de una gran antigüedad y gran belleza es el Sri Yantra. En el centro del yantra hay un punto que se llama bindu y que simboliza el origen de toda manifestación.
Esta meditación nos pone frente a frente ante el sufrimiento ajeno de tal manera que relativiza el propio y nos abre a una mayor empatía.
El tiempo es un flujo que nos lleva como un río caudaloso cuesta abajo. Pero nuestro yo, nuestro pequeño yo, tiene vértigo ante el instante fugaz porque no encuentra un asidero estable y busca en las orillas del tiempo momentos estelares, fulgurantes, dramáticos o prometedores donde anclarse.
Esta meditación es muy potente pues nos recuerda a través del mantra que somos mucho más que la identificación con el cuerpo y con la mente, somos en realidad Eso que no se puede definir, un flujo de consciencia infinito.
Esta meditación la podemos hacer con flores reales o imaginarias, y son una expresión de la parte amorosa del despertar del corazón. Además de significar una actitud de desprendimiento y de profunda generosidad.
Esta meditación de unos 30 minutos incita a reconectar con lo esencial de la práctica meditativa, con aquello que nos devuelve a nuestra esencia, centrándonos en la simplicidad de la práctica.
La meditación de la Perla nos abre a comprender mucho mejor lo que es el despliegue de la sabiduría. Dentro de la perla hay un grano de arena que en su momento fue irritante y que la ostra lamió y lamió hasta convertirlo en la belleza de la perla.
El loto es un símbolo de pureza y sabiduría, integra en su seno el simbolismo de la tierra, el agua, el fuego y el aire y nos alienta a florecer como seres humanos.
Este audio tiene aproximadamente 30 minutos y es una invitación a conectar con la respiración a través de la imagen de la ola que está conectada con la profundidad del mar.